En ese entonces, los habitantes del valle dieron la primera alerta ante la amenaza megaminera que pretendía trasladar con maquinaria glaciares milenarios para poner en marcha su infame proyecto: Pascua Lama. A estas formaciones geológicas, los antiguos los llamaban “bancos perpetuos”, haciendo alusión a la permanencia imperecedera de hielos en clave de reserva, artífices principales de mantener el recurso vital agua de manera constante en las cuencas. En efecto, los ríos de este fértil valle –la última frontera verde que hace frente al desierto más árido del mundo– son alimentados por los cientos de glaciares (en todos sus diversos tipos: descubiertos, cubiertos y de roca) y crioformas esenciales que pueblan la alta cordillera, y desde ahí inician su bella y fecunda travesía por estas sequedades hasta llegar al mar. 

En todo este tiempo no nos hemos cansado de decir que ¡el agua vale más que el oro! Y la mega crisis climática en la que nos han sumido empresas como Barrick tristemente nos ha dado la razón. Porque eso es el cambio climático: un fenómeno global provocado por la codicia de ciertos seres humanos; por una forma de habitar y explotar el planeta que pone en primer y único lugar el lucro y la ganancia económica a cualquier costo, incluso al costo de destruir la misma base que nos sustenta. 

El cambio climático NO es un fenómeno natural; viene siendo provocado desde la llamada Revolución Industrial donde se aceleraron todos los procesos productivos y la inventiva humana se puso al servicio de la explotación, no solo de la Tierra y de todos sus elementos, sino también de los animales, de los cuerpos y del tiempo de vida de nosotros, los humanos. 

Y, una vez más, las grandes empresas con su fiel aliada: la publicidad, nos intentan engañar. No es cierto que el cambio climático se deba “combatir” con más minería, más industrias, más consumo, más negocios, incluidos proyectos de energías renovables que siguen abasteciendo las mismas industrias y generando nuevas zonas de sacrificio. Esa es la trampa de las empresas, sus falsas “soluciones”: con su mismo espíritu depredador quieren hacernos creer y nos vienen a decir que ahora tienen la llave, la respuesta para “salvarnos” de esto; los mismos que lo crearon, las transnacionales que responden solo a motivaciones individualistas de “progreso” para un puñado de indolentes.

Como comunidad organizada en el valle del Huasco lo hemos vivido en carne propia. Una empresa que llegó, mintió, destruyó, contaminó y que –felizmente y también gracias a la acción de la comunidad– vio su proyecto sancionado y clausurado, ahora vuelve a decirnos que “cometió un error y que lo va a solucionar” ¿Cómo? Comprando la conciencia de personas e instituciones con dinero y dádivas para conseguir su venia e insistiendo en explotar y destruir las fuentes de agua. 

Pero nosotras nos negamos a aceptar que estos campos –donde hoy se cultivan distintos tipos de frutos de dulzor sinigual– puedan convertirse en campamentos mineros, talleres o terrenos empapados de aceite o petróleo; o que los gigantescos cerros coloridos que se encuentran en la cordillera sean tajeados en zigzag con caminos para sondajes que consumen miles de litros de agua y destruyen el tejido natural de cauces y vertientes; o que los ríos que hoy fluyen con cierta libertad y generan un bello ecosistema sean transformados en simples canales para satisfacer el apetito de inmobiliarias inescrupulosas aguas abajo, depositarias de la misma sed de negocios que solo ven la naturaleza como un botín a repartirse.

Quienes observamos los ciclos de la Tierra, estamos atentas al movimiento del sol y de la luna, seguimos el deambular de aves e insectos y nos importa el árbol, sus raíces y sus frutos no nos cansaremos.

Porque estamos cada vez más conscientes de que lo que se requiere es un cambio radical de paradigma: dejar de vernos como entes separados de la Madre Tierra, con poder absoluto para extraer de ella sin límites y seguir llamando “recursos” a lo que en realidad son elementos vitales que sustentan nuestra existencia y la vida misma. 

Esa conciencia es la que nos lleva a ver que la defensa de la integridad de los glaciares es fundamental para garantizar la continuidad y la prosperidad de toda la vida en este valle. Ante la crisis climática, un valle históricamente agrícola con tres denominaciones de origen, con paisajes sinigual y los cielos más límpidos del mundo, con fuentes de agua que aún pueden catalogarse de abundantes y limpias, no puede darse el lujo de impulsar proyectos megamineros que solo traerán destrucción y pobreza generalizada, para nosotras y para las futuras generaciones. 

Desde la lucha en este valle contra Pascua Lama –a estas alturas histórica–, se impulsó la iniciativa de protección de los glaciares en el país. Lamentablemente, esta no ha arribado a ningún puerto dada la obstrucción por parte de los grupos de interés y su avaricia, quienes prefieren destruir y derretir los hielos eternos a sabiendas de que son la garantía de vida de las próximas generaciones. 

Invitamos a estar atentas a las invitaciones que emanarán de nuestra asamblea y a difundirlas en sus redes. Esa es la forma de esparcir conciencia de que la crisis climática NO la van a solucionar las empresas, sino cada uno de nosotres con acciones de diversa envergadura que cambien para siempre nuestra relación con la Tierra y sus elementos. 

Conoce más de la organización en @asambleaguascoalto