Tanya Aciares (14), Catalina Álvarez (16) y Thiare Elgueda (19), son algunos de los nombres de mujeres que han desaparecido en el territorio de Atacama y que hasta el día de hoy se desconoce su paradero. Levantar la voz para que se haga justicia, acompañar a las familiares y mantener la memoria viva, es parte del trabajo que ha asumido la articulación de organizaciones Tejido de Mujeres Feministas de Atacama. En el marco del Día Internacional Contra de la Violencia hacia las Mujeres, conversamos con ellas sobre cómo las organizaciones feministas puede hacer la diferencia en el norte de Chile.
Según una solicitud de transparencia que realizó El Mostrador, entre 2020 y 2023, Carabineros y la Policía de Investigaciones recibieron 32.539 denuncias por presunta desaparición de niñas y mujeres en todo el país. Esta cifra da cuenta de la magnitud del problema a nivel nacional, aunque no incluye información por región dejando el territorio fuera del análisis. Ante esta falencia y sobre todo ante la urgencia de justicia, diversas organizaciones se han enfocado en sistematizar la información de asesinatos, suicidios femicidas y desapariciones de mujeres y niñas. Es el caso de la Red Chilena Contra la violencia hacia las Mujeres quiénes desde hace 20 años sostienen su campaña “El machismo mata” y construyen sus propias cifras tomando en cuenta los casos no reconocidos por las autoridades.
En el territorio de Atacama quienes se han encargado de sistematizar esta información también han sido las organizaciones de mujeres. Es el caso del organizaciones Tejido de Mujeres Feministas de Atacama, una articulación que se gestó en 2020 y que desde entonces agrupa a una decena de organizaciones en las provincias de Chañaral, Copiapó y Huasco. Memoria Feminista de Atacama es una de esas, como también Resultas del Valle, La Rebelión del Cuerpo-Atacama, la Asamblea de Mujeres y disidencias de Copiapó y la Red de Mujeres Feministas de Chañaral, entre otras.
Según los registros que ellas manejan, hasta agosto de 2022 en la región de Atacama hay 4 casos de desapariciones de mujeres que hasta la fecha no se conocen sus paraderos. También, cuentan 49 casos de femicidios y suicidios femicidas, pese a que se estima que los casos son muchos más.
Hasta el año pasado no existía un sistema unificado de búsqueda de personas desaparecidas. Recién en 2022 se promulgó la Ley 21.500 conocida como “Ley de Extraviados”, sin embargo, no ha podido entrar en vigencia porque aún no se ha creado el reglamento que la regula. Para las organizaciones feministas de Atacama, esto da cuenta de que no hay justicia para las mujeres, ni interés en ella en el territorio.
“¿Cómo te explicas tú que a cuatro años, a tres años, las carpetas no tengan movimiento? Algo pasa en las fiscalías, algo pasa en las policías, algo pasa en las investigaciones y en realidad ese factor común es que en realidad no hay justicia para nosotras”, afirma Alejandra Carrasco, activista de la diversidad funcional e integrante del Tejido de Mujeres Feministas de Atacama.
“La geografía del desierto ha sido utilizada para desaparecer a las mujeres en el territorio”, agrega y menciona el caso de Teresita Ponce, asesinada en el año 2021 en Santiago. Su asesino Sebastián Vásquez viajó hasta el desierto para hacerla desaparecer. Este caso evidencia como los femicidas son capaces de utilizar las condiciones geográficas para ocultar los cuerpos.
En ese sentido, el desierto guarda historias crueles y brutales en su memoria que están presentes en el imaginario colectivo de la región. Como el caso de las Reinas de la Pampa en Alto Hospicio, quienes fueron asesinadas por Julio Pérez y fueron cuestionadas en su momento bajo la premisa de que se fueron voluntariamente.
“Hay varias formas de hacer desaparecer los cuerpos de las mujeres en Atacama, que son de una crueldad absoluta, no es solo de un golpe, sino que de alguna manera los cuerpos se cercenan, se queman, se cortan, se violan, se ultrajan”, señala Viviana Rodríguez, activista del Tejido de Mujeres Feministas de Atacama.
Acción, cuidados y memoria
Para Alejandra y Viviana resulta urgente hacer frente a la violencia patriarcal desde una mirada colectiva, poniendo al centro los vínculos entre organizaciones y la solidaridad. “La organización feminista ha sido nuestra respuesta”, señalan.
Desde su formación las organizaciones que componen el Tejido de Mujeres Feministas de Atacama han convocado marchas, manifestaciones y actividades para agitar y poner en la discusión pública la violencia que viven las mujeres en el territorio. Uno de los casos donde lograron generar más impacto fue con el de Hugo Pastén, conocido como el asesino serial de Copiapó. En 2019 Pastén asesinó a las mujeres Sussy Montalván, Marina Cabrera y a la niña Catalina Álvarez, cuyo cuerpo aún no ha sido encontrado.
Cuando comenzó el proceso judicial, las activistas del Tejido de Mujeres Feministas de Atacama “nos plantamos en la entrada del Tribunal los 45 días que duró el juicio. Estuvimos constantemente alzando la voz, dando cara e increpando a los fiscales”, relata Alejandra. El caso adquirió alta connotación pública y Pastén fue condenado a tres cadenas perpetuas. A raíz de la intensa movilización instalaron un memorial por las víctimas que persiste hasta hoy.
Este activismo también ha implicado acompañar a las familias en estos procesos. Así lo explica Viviana: “Las familias de las víctimas nos han dicho que no podrían estar parados si no fuera por nosotras”, revelando la importancia de contener, escuchar y acompañar a quiénes se tienen que enfrentar a la pérdida de sus seres queridos y, además, a una justicia que muchas veces resulta esquiva.
Mantener viva la memoria para que estos hechos no se repitan también es un eje central en la acción de esta organización. Por eso se han encargado de recordar los nombres de quienes han sido asesinadas o han desaparecido.
Este año publicaron el libro “Memoria Feminista Atacama 1973-2022”, cuyas co-autoras son Viviana Rodríguez y Constanza Pradenas, que fue lanzando en el territorio y recientemente también en una actividad en Santiago. Recoge testimonios de organizaciones feministas, sus luchas, quehaceres y acciones frente a la violencia machista.
“Atacama no es un territorio seguro para nosotras. Por eso, reivindicamos a aquellas mujeres que fueron asesinadas porque creemos que resistir es la memoria”, concluye Alejandra.