El reporte da cuenta con relatos en primera persona, de situaciones de tortura y prisión política realizadas en contra de disidencias sexuales por parte del Estado, en el marco de la insurrección iniciada el 18 de octubre en Chile.
La madrugada del 22 de octubre de 2019, Josué Maureira de 23 años y estudiante de medicina de la Universidad Católica fue detenido y trasladado a la 51° Comisaría de Pedro Aguirre Cerda. En ese lugar fue torturado y violado por agentes de Carabineros.
“En presencia de otros 10 carabineros que estaban ahí mismo, comienzan enseguida a golpearme la cabeza y ahí es cuando me obligan a gritar. Me dicen pero asúmelo y me empiezan a golpear en la cabeza hasta que yo digo “sí, soy maricón”. Eso me obligaron a gritar», relató Josué.
Eran los primeros días de la insurrección y el testimonio de Josué comenzó a circular por redes sociales, lo que confirmó las preocupaciones de Toli Hernández y sus compañeras del colectivo lesbofeminista Las3 Abisales.
“Sabíamos que en los momentos de crisis siempre van a existir algunos grupos que van a ser los más perjudicados. Entre esos grupos estaban los migrantes, indígenas y las mujeres. El caso de Josué hizo necesario sistematizar la información que estábamos recibiendo a través de diferentes fuentes”, relata.
A partir de ese momento un grupo de lesbianas feministas autónomas y anticoloniales empezaron a contactarse con distintas personas, organizaciones y activistas para contarles de la intención de hacer un reporte y recabar información al respecto. “De ahí nos conectamos directamente con las personas afectadas y empezamos a recoger sus testimonios y a prestarles acompañamiento legal y también emocional”, explica Toli.
Así, en noviembre de 2010 se publicó un Primer Reporte, lo que permitió ir fortaleciendo con organizaciones de la disidencia sexual y con otras instancias que no necesariamente eran disidencias sexuales.
Esta semana se publicó el Segundo Reporte que incluye datos y testimonios desde el 19 de octubre de 2019 hasta el 11 de marzo de 2020. En su elaboración participaron la Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio, la Coordinadora Feminista de Punta Arenas, Feministas Autónomas, Las3 AbisaLes, Organizando Trans Diversidades – OTD, Movimiento Organizado de Gays, Lesbianas, Trans y Heterosexuales – MOGALETH, y La Zarzamora. Colectiva de Creación y Difusión Feminista Antiespecista.
Construcción de Memoria
El Reporte, que contó con el apoyo de un Fondo Activista, surgió también como una necesidad de generar un registro para la memoria.
“Era importante sistematizar esta información porque teníamos la experiencia de la Dictadura y esto era para nosotras una dictadura porque operaba con mecanismos de acción bien similares, en términos de la violencia que se pudo constatar en un breve periodo de tiempo”, señala Toli.
Hablar en este sentido de las disidencias sexuales resultaba fundamental: “En la dictadura todos los informes de reparación y justicia nunca incluyeron estas diferencias: ni a las disidencias sexuales, ni a las otras comunidades. Para nosotras era necesario dar cuenta de esto porque si bien existe una violencia que era transversal, si existían diferencias con características específicas que deberían ser consideradas en términos de futuros procesos de reparación y justicia”.
Violencia sistemática
El contenido del reporte resultó contundente y dio cuenta de lo que ya habían señalado organismos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch y que habían sido negados por el Gobierno de Sebastián Piñera.
Entre esos informes y el reporte realizado por las compañeras, se pudo encontrar al menos cuatro coincidencias que permiten caracterizar la violencia política durante la insurrección: represión constante que vulnera DDHH y hace uso indiscriminado e indebido de armas de fuego como mecanismos de disuasión; amplias facultades de detención; violencia sin sanciones judiciales; y maltratos, violencia sexual y torturas.
«Si esto se une con el fundamentalismo, estamos hablando de un sistema que es colonial, patriarcal y capitalista y que va a organizar de una forma los imaginarios y las representaciones para que se naturalicen estas situaciones. Visibilizar este tipo de violencia apunta también a que no haya una naturalización respecto a las diferencias que podamos encontrar en este tipo de violencia».
La particularidad de la violencia sexual contra todas las disidencias
Si bien es cierto, que las tortura y la violencia político sexual afecta a todos los cuerpos, existen particularidades que hacen necesario poder identificarlas porque su abordaje e implicancias sociales son distintas.
“Pudimos observar que las sentadillas y los desnudos eran un tipo de violencia política particular y que afectaba a las mujeres. Sin embargo, en los casos que reportamos, varios de los hombres gay fueron obligados a desnudarse y a hacer sentadillas. Además, en todos los casos que se pueden observar en el reporte, no hubo ninguno en el que no estuvieran involucrados apelativos y garabatos con la especificidad de la disidencia sexual, con el objetivo de inferiorizarlos y que enmarcan estas agresiones como crímenes de odio”, explica la activista.
En este orden de cosas, se apostó a conectar las disidencias sexuales en el marco de luchas que son más amplias y de reconocerlas entrelazadas con la clase, la raza y la sexualidad. “La idea es apostar desde ahí a una crítica a la universalidad de los sujetos políticos. Porque no es lo mismo ser mujer, que ser lesbiana; ni ser lesbiana de clase media, que ser lesbiana pobre”.
En el marco de los crímenes de odio, esto les permitió pensar en articulaciones de todas estas comunidades, de reflejarse en estas diferencias y generar propuestas que sean “transformadoras para iluminar los límites de la propia insurrección. El sentido es cómo diversificamos un imaginario, cómo entendemos que todos tenemos las mismas posibilidades de ser y estar en el planeta de las formas en que queramos”.
Finalmente, Toli Hernández explicó que resulta urgente mirar el activismo desde esos cruces, porque si no siempre se van a ir levantando ciertos protagonismos en la forma en la que se abordan las violencias y estas tienen que ser diferenciadas.
“Entender esto sólo desde la perspectiva de las disidencias sexuales como algo aislado, debilita la fuerza contra hegemónica que podríamos representar, porque finalmente estamos centrados en ganar nuestras propias batallas y no una batalla que articule una gran batalla en contra de este gran sistema que es el orden dominante”, reflexionó.